jueves, 8 de noviembre de 2012

Crónica MAS (49). 22/10/12



Las ediciones 50 y 51 de Micro Abierto Salamanca (MAS) se han celebrado cuando me pongo a escribir esta crónica. Vamos, que los resúmenes de las ediciones se están empezando a publicar casi con la misma puntualidad con que El Savor se va llenando cada lunes para empezar a esa hora tan imposible que representa las 22.30 horas... Quiero ponerme al día con mis deberes: me siento a escribir. Además, me comprometí públicamente a escribir las crónicas de las ediciones 49, 50 y 51 esta semana. En caso de no hacerlo, dije que los presentes podrían darme una patada en el culo. Mucho me temo que algunos se han tomado ese comentario en serio. Así que debo hacer aquí un “Donde dije digo, digo Diego” para poner las cosas en su sitio. Los que me conocen bien saben que digo muchas tonterías y, evidentemente, esa era una: ¿cómo voy a dejar que me déis una patada en el culo? Lo que sí espero es que tengáis asumido que es improbable que escriba las tres crónicas antes de la edición 52... Por cierto, esta introducción va sobrada.

Pensábamos que la edición 49 de MAS contaría con menos participantes que otras noches. No obstante, sólo fue eso: un pensamiento que no tuvo su correlato en la puesta en escena de la edición.

Con su poema (si bien en el último verso el texto parecía autodenominarse canción), Juan José Jaramillo nos hizo un sucinto repaso de ciertos deseos tan compartidos por muchos de los oyentes, por ejemplo, “que las chicas se mojen pensando en mí”. Esto también lo quiere Richard, sin ir más lejos. No obstante, suele decirnos que él es de los que creen en el amor (yo también), por eso normalmente canta lo que canta. Eso sí, a veces no canta “La quiero a morir”. En la 49 de MAS eligió “Lucía”, de Serrat. Dada la gran cantidad de personas de origen asiático en la sala esa noche, intentó explicar brevemente en inglés de qué va este tema... Tal vez porque las caras de los espectadores le decían que no se enteraban demasiado de lo que intentaba decir, concluyó que daba igual lo que dijera, porque “el amor trasciende los idiomas”, y empezó a trascender la barrera idiomática a ritmo serratiano en Richard ‘s style. El segundo tema, “Losing my Religion”, de REM, ni lo explicó porque, según dijo, no sabía de qué iba...

La noche continuó con poesía, en concreto con la de Miguel Pérez. Con su poema Puede, apeló al derecho al voto y a la necesidad de ejercerlo. Antes de leerlo, resumió el mensaje diciendo “Toda manifestación es una romería si no se traduce en un resultado en las urnas”. Su intervención no dejó indiferente a casi nadie y un poco más adelante una espontánea salió al escenario a dar la réplica; se trataba de Beatriz Sampedro, que no pudo evitar escribir lo que después no pudo evitar leer al escuchar lo que Miguel había escrito en casa y leído esa noche en El Savor. Beatriz, que también llamó a su texto Puede, no compartía la idea de Miguel. Que las intervenciones no dejen impávidos a los espectadores y tengan la necesidad de manifestar su reacción, ciertamente, hace de MAS aún más especial.

Beatriz salió al escenario una vez que Pablo Bordons lo abandonara, que lo hizo después de compartir con nosotros su relato Desde la cima (¿?) y dos poemas, Hijo y uno más en japonés, exclusivamente para los espectadores de esta nacionalidad, ya que no lo tradujo (sonaba bien, eso sí, y podría decir que Pablo habla bien japonés, pero quizá no sea así: mis conocimientos de este idioma son más que limitados). Con el relato nos transmitió la dolorosa y nauseabunda sensación que una relación provoca en la mujer protagonista; ni siquiera la náusea es motivo para terminar esa relación, con lo que, línea a línea, el autor nos hace deslizarnos por un interminable tobogán de patetismo. Para que la mueca que nos dejó en la cara esta historia desapareciera, bastó con que Miriam se animara, finalmente, a participar en esta edición. Como no llevaba nada preparado, dijo que se limitaría a improvisar... e improvisó una preciosa versión de “Lucha de gigantes”, de Antonio Vega. No hay edición en la que Miriam cante que no queramos escucharla más... ella, sin embargo, acostumbra a dejarnos con las ganas. Estamos de enhorabuena, no obstante: el próximo martes y 13 de noviembre ofrecerá un concierto en El Savor. Apúntenlo en su agenda.

Alfredo Rubbenstein nos sorprendió en esta edición con dos relatos breves, con los que demostró tener la misma habilidad narrativa en corto que en largo. Con el primero de los textos nos habló del odio hacia la diferencia, simbolizada en las sandalias rosas de la niña protagonista. Con el segundo, Iconografía, nos estremeció aún más: un hombre conversa con su hija; está dispuesto a todo por estar a su lado... pero ella, tan fría, tan muerta, le recuerda que es imposible: no es más que una iconografía que un programa informático ha creado para que él sobrelleve el dolor de su pérdida. Con este relato, Rubbenstein me recordó que tengo pendiente ver una película que me recomendaron hace tiempo, recomendación que hago extensible a través de esta crónica. Aquí os dejo el tráiler por si os interesa.

Si algo no faltó en esta edición fueron espontáneos. La noche continuó con otro de ellos. Para suerte nuestra, Pepe Peña llegó por casualidad a El Savor y le bastaron un par de actuaciones para decidir que había llegado para quedarse. Esa noche nos dejó boquiabiertos. A nosotros nos bastó escuchar las dos canciones de repertorio (no dijo títulos) que cantó (a mí me recordaron a Nick Drake y Bob Dylan) para pensar: “que se quede, que se quede”. Y se quedó. Repitió en MAS, tiene la intención de seguir haciéndolo y ya ha dado su primer concierto en El Savor después de su paso por nuestro escenario. Algunos de los que siguen MAS desde la temporada pasada ya me han dicho “Pepe Peña es un gran fichaje”. Coincido con ellos.

Pablo Milano es otro de los espontáneos de esta edición que han llegado para quedarse. Interpretó de memoria y con gran talento dos poemas de un tío suyo, para el que pidió los aplausos que, ciertamente, se merecía. El sobrino nos contagió la admiración por su tío.

La noche la terminó uno de esos participantes que ha traído este nuevo curso. Me refiero a Felix, el rubio australiano, que, en esta ocasión, se acompañó de María (¿japonesa? ¿filipina?), con la que el próximo 27 de noviembre dará un concierto en El Savor. Para convencernos de que no debemos perdernos su recital, nos dieron dos poderosas razones: la preciosa voz de ella y la maestría a la guitarra de él en las versiones de Norah Jones y Adele que compartieron con nosotros.

Así, con buena música y en buena hora, terminó la 49 de MAS: una noche preciosa que sirvió de entrante a la edición tan especial que tendríamos siete días después... que recordaremos en la siguiente crónica...

Andrea Mazas

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