La crónica de la edición 38 de Micro Abierto Salamanca (MAS) llega el mismo día que tendrá lugar
la 39, es decir, una semana después
de que sucediera lo que los siguientes párrafos resumen. Este retraso (que
procuramos que no sea la norma) es al que obligan las vacaciones del cronista. Como
entiende que no todos disfrutan de esta pausa y tiene la sana convicción de
que entre las rutinas de los visitantes de este blog ya se encuentra la de leer
la crónica de la edición del lunes correspondiente, la que escribe va a interrumpir
su desconexión personal para establecer conexión directa con el universo de MAS y ofrecer un breve repaso de lo
que los asistentes a MAS (38)
disfrutaron el pasado lunes 18 de junio en El
Savor. Tras esta enrevesada disculpa por la demora, paso a dar cuenta de lo
que nos dejó la última edición celebrada de nuestro cada vez más querido MAS.
La noche la inició Leo, un erasmus de gusto rockero al que ya habíamos escuchado en dos
ediciones y que, por lo poco que comentó antes de que dar el
pistoletazo de salida a esta velada, vino a despedirse del open mic charro con las versiones de dos
canciones que parecen formar parte de su playlist habitual.
Guillermo Toda subió al
escenario a dar el contrapunto al rock de Leo
con el estilo más clásico al que ya tiene acostumbrados a los residentes de MAS. Lo hizo con Romance anónimo y Mozart. Antes de
intentar interpretar a este genio, probó con Carulli, pero, ante la resistencia
que este opuso, optó por darle otro aire a su guitarra. Una noche más (no pasa
siempre, pero sí con cierta frecuencia) vimos la forma en que Toda se enfada con el pentagrama como
si fuera una extensión de sí mismo cuando una pieza no sale como él espera.
La voz y la memoria
de Luz Mercedes Orrego abrió el
espacio dedicado a la poesía dentro de MAS:
a los versos de un texto budista con los que nos invitó a la reflexión
(“los cobres son fragantes pero desaparecen pronto”) siguieron los tres
micropoemas que conforman “Instantes”. Antes de recitar este último,
nos desveló el significado de la expresión japonesa “mojar las mangas” con la
que cierra su poema… Así lo dejo: quien tenga curiosidad en saber qué significa
esto puedo buscar o preguntárselo esta noche a Luz en la edición 39 de MAS.
El público de la
edición que relato parecía tener menos ganas de humor que el de otros lunes. Esta
circunstancia obligo a que —algo inusual— nuestro Richard tuviera que prescindir de sus cómicas introducciones para
pasar a leer directamente su relato Juegos de guerra, al que siguió la versión
de “El sitio de mi recreo”, de Antonio
Vega.
Los siguientes
participantes se estrenaron en MAS 38
presentándonos dos de los temas incluidos en su disco, uno de ellos, “Mis botas”,
para gran fortuna de los presentes, ya que por ahora no está disponible en ningún
sitio que no sea su CD. Se trataba de dos de los integrantes del grupo Godaiva, que, con toda seguridad,
podremos disfrutar en más ocasiones en nuestra ya casa El Savor. Se guardaron en la manga el resto de temas contenidos en
su trabajo y se despidieron —hasta la próxima— con una versión de Queen.
Mariela Paz nos descubrió una
cara más de su poliedro poético. Reservó sus contundentes protestas y manifiestos
poéticos para su participación en la gala que tendría lugar dos días después en
El Savor para reivindicar el derecho
a la libertad de expresión —según tengo entendido, fue algo digno de
presenciar; ojalá haya pronto una nueva convocatoria para tan digna celebración
y yo también pueda ser partícipe— y, a cambio, Mariela
nos ofreció un poema bucólico de la antología Salamanca profunda en la que está trabajando y
que espera ver publicada a finales de este año.
Al siguiente
artista lo presenté como cantautor pero con matices que él mismo se encargó de
resaltar nada más subir al escenario. Hablo de Cándido Pérez, para el que, en esta crónica, no usaré los
calificativos que habitualmente empleo cuando escribo sobre él, porque los
mismos son insuficientes para describir a alguien de cuyo arte apenas hemos
disfrutado una pequeña parte. De él nos dejó dos canciones: “El
músico de Bremen” y el tema que escribió para homenajear a la familia que poco
a poco se ha ido formando en torno a MAS.
En esta edición, la
que escribe, Andrea Mazas, rescató
de un cuaderno obsoleto tres borradores escritos en el transcurso de un
concierto en El Savor hace tiempo y
en cuyas líneas se van haciendo evidentes los estragos (y la euforia) provocados
por nuestro amigo Baco… Ir a un concierto a abrirse las puertas del
subconsciente a tragos cortos de rivera a veces es una experiencia de lo más
sabrosa y reveladora…
El Dúo Justiciero aumentó la
velocidad de nuestro flujo sanguíneo con sus ritmos latinos. Matías Astroza venía decidido a rendir
homenaje al deporte estrella; sin embargo, la alegre canción con que nos
deleitó poco o nada tenía que ver con el fútbol… A continuación, invitó a dos
de sus compañeros de banda, Juan Suárez
(bajo) y Miguel Ángel Cáceres (saxo),
para, juntos, ofrecernos dos canciones más con la impronta de su personal
optimismo y “viva la vida” que no resulta difícil identificar en sus letras: “No
sé si lo quiero analizar y, aunque todo salió mal, voy a llorar de felicidad”. Durante
su actuación, vimos cómo el público se fue contagiando sin remedio de su
entusiasmo y, así, quedó preparado para recibir a los espontáneos que se
presentaron como Los Charros. Estos
pidieron a Juan y Miguel Ángel que permanecieran en el escenario para que los
acompañasen con sus instrumentos (bajo y saxo, respectivamente). A ellos se sumaron
unas prodigiosas manos al piano y un entusiasta cantante, que, unidos a las
notas bien improvisadas del saxo y al generoso acompañamiento del bajo, nos
hicieron disfrutar de un estupendo momento de fusión flamenco-jazz.
La improvisación
podría haber continuado, porque, sin duda, es el fuerte del participante que
hizo que el show continuara, Álvaro Gracia. Sin embargo, en esta
ocasión, este rapero optó por ofrecernos dos temas propios adecuadamente
acompañados con sus bases musicales. Las letras de “La paz” y “Guerra
espiritual” aumentaron dos puntos más nuestra satisfacción con lo que estábamos
presenciando en El Savor esa noche.
La velada tocaba a
su fin, pero aún quedaba un plato fuerte (los postres se sirven en el post-MAS). Irina no presentó las dos composiciones que interpretó y el idioma
de las mismas (¿ucraniano?) hizo que la mayoría de los presentes
desconociéramos el significado de sus palabras. No obstante, esto no fue
obstáculo alguno para comprobar con sorpresa la gran voz de esta mujer y su
espectacular destreza con la guitarra. Sin ninguna duda, la de Irina es una de las más sublimes
actuaciones que hemos tenido la suerte de disfrutar en el escenario de MAS. Le daría la enhorabuena, pero me
parece más apropiado mostrarle mi agradecimiento por compartir con nosotros su
talento y pedirle que vuelva pronto.
A quienes estéis en
Salamanca os lanzo la sugerencia de seguir celebrando el solsticio de verano en
la edición 39 de MAS, esta misma noche del 25 de
junio bajo la batuta del gran Andrés
Sudón, por lo que, a buen seguro, será, además, una buena oportunidad para
disfrutar de algunas de sus nuevas canciones. Os vuelvo a dejar aquí el enlace al evento para que aquellos de vosotros que
aún no habéis hecho clic en “Asistiré” lo hagáis ahora.
Personas, gracias
por seguir haciendo posible esta celebración semanal de la cultura y
convertirla en lugar de encuentro y gestación de complicidades.
Andrea Mazas