miércoles, 6 de junio de 2012

Crónica MAS (36). 4/06/2012


Si en la crónica anterior hablaba de los estragos que los exámenes suelen hacer en eventos culturales como Micro Abierto Salamanca (MAS) en cuanto a asistencia y participación se refiere, en ésta tengo que desdecirme: uno ya no sabe qué factores influyen en estas cosas… Así que lo diré así: la edición 36 de MAS contó, por un lado, con un público en buen número y con ganas de pasarlo bien, entregado a la festividad de un lunes como un oasis entre quehaceres; y, por otro, con una plétora de participantes: tantos fueron que creo no equivocarme si digo que hemos batido el récord de número de actuaciones en una noche en la vida de MAS… Fueron 22 intervenciones y, aunque terminamos algo más tarde de lo aconsejable, fue posible porque, siguiendo la recomendación que venimos haciendo desde hace unas semanas, cada uno de los participantes tuvo en cuenta a los que aún no habían pasado por el escenario y ajustaron su tiempo en las tablas.

Antes de que los mojitos empezarán a salpicar El Savor y de que corrieran a sus anchas por nuestra sangre, anunciamos a los presentes que, por el hecho de acudir a MAS 36, todos los que quisieran acudir a la Gala MAL8 (Micro Abierto Libertad 8), que tendrá lugar este jueves 7 de junio en El Savor, dentro del ciclo Jueves de Autor, el organizador del mismo, Andrés Sudón, premiaba su asistencia con un REGALO muy especial: los presentes en MAS 36, espectadores y participantes, podrían conocer un poco más de cerca a algunos de los habituales del Micro Abierto que los martes se celebra en Libertad 8 (Madrid) a un precio especial: 3 euros (con consumición incluida). Así, 17 personas aceptaron el presente, según consta en las actas. (Si alguien acudió a MAS 36 y olvidó apuntarse, o no tenía claro si podría asistir el jueves a la gala, pero ahora sí sabe que asistirá, puede escribir un correo electrónico hasta las 20 horas del jueves 7 de junio a microabiertosalamanca@gmail.com para solicitar su regalo; o bien entrar en este evento, pinchar en “Asistiré” y dejar un comentario en el mismo que haga referencia a MAS 36).

Dada la abundancia ya mencionada de esta edición, lo mejor sería que me limitara a dejar una constancia esquemática de lo que disfrutamos, para que esta crónica no se haga demasiado extensa… Pero no puedo asegurar que sea capaz de ello…




La noche la estrenó el último cantautor en sumarse a esta, ya extensa, familia que conforman los MASeros: Ángel Rosado, quien no nos dejó descubrir más canciones de su repertorio, pero, a cambio, nos ofreció una muestra de los que, suponemos, son algunos de sus referentes musicales: Fito y Fitipaldis y Andrés Calamaro. De los primeros, eligió la canción “Donde todo empieza” y, del segundo, “Estadio Azteca”. 

A este Ángel siguió otro, Judith Amaya: esa cualidad la oculta la materialidad de su guitarra, que cogió para electrificarnos a todos con un tema propio: “Chaos is what am I”. (Tengo que decir algo: Judith fue tan al grano que no presentó la canción, por lo que ni siquiera explicó que era de creación propia. Yo no soy muy —o nada— devota de este estilo de música, pero al escucharla di por hecho que se trataba de una versión de alguno de sus grupos favoritos… Esta circunstancia me hace intuir que “Chaos is what am I” es una muy buena canción, de esas que se quedan contigo, en todos los sentidos.) 


Tras la descarga de energía de Judith, una dosis de calma (nos gustan los toboganes) se hacía más que apetecible: la persona idónea para procurar sosiego de espíritu es Luz Mercedes Orrego. En esta edición lo hizo con los versos de Dulce María Loynaz, que dedicó a su amiga Mariela Paz porque ese día se había convertido en filósofa titulada. 

Los participantes habituales se alternaron con los que se estrenaron en esta edición. Fue el caso de la banda Whisky para los Pájaros. Dos de sus componentes aliñaron MAS 36 con unas gotas de esencia pop-rock de su agrupación: “Camarera a mediodía” y “Cocaína para el Sol”, la cual, como bien puede intuirse, es una “apología de la vida saludable” (sic).





José Luis Melián tomó el testigo del pop-rock con sus dos temas de repertorio: “Pensando en el ayer”, que dedicó a su amiga Paloma, y “Como este mar que nunca acaba”, inspirada en películas de Studio Ghibli y que, según nos explicó, resume los dos últimos años de su vida. 














Otra cara nueva en MAS (y que seguro volveremos a ver pronto) es la de Fran, que llega para engordar la nómina de poetas de esta casa de los lunes. Nos dejó un poema, sin título, que guarda una larga declaración de intenciones impuestas por el deseo. Quizá porque el aire —no descarto que fuera sólo una impresión personal— estaba impregnado de feromonas, cuando terminó, le recomendé ser más directo en sus conquistas (al igual que otras personas, no puedo evitar decir lo que pienso, quizá en el momento más inoportuno…). A cambio, él me regaló un poema cuyo título no deja lugar a dudas: “Sexo”.









Otro bloque de música y poesía. La música corrió a cargo de nuestro placentino más querido: Alberto Mendoza. Antes de empezar avisó: “Ahora nos vamos a poner tiernos”. Tenía razón: nuestra ternura se disparó con su primera canción, de la que, si dijo el título, no lo apunté: para subsanar esta omisión os dejo el enlace a una de sus canciones, “Alas de pájaro”, para que os pongáis un poco tiernos también ahora… Para el segundo tema, versión de “En el disparadero”, de Quique González, pidió la colaboración de otro fan reconocido de este cantautor: Ángel Rosado, quien ya la versionó hace un par de ediciones. 

La música dio paso a los versos de otro músico: Óscar Borona, vocalista de Whisky para los Pájaros. Eligió dos textos para su debut en MAS como poeta: el primero dedicado a Charles Bukowski, muy probablemente titulado “El muy cabrón”, y el segundo, el “Apocalipsis según Óscar Borona”, que puede resumirse en “Te salvas cuando pecas”.

Nos acercábamos al descanso. En este punto, subió al escenario alguien muy especial para mí: no sólo lo quiero muchísimo, sino que también lo admiro desde el día que hablé con él por primera vez y, al hacerlo, me contagio su vicio por la escritura. Óscar Rodríguez es poesía: no necesita escribirla para serlo, pero, además, tenemos la suerte de que la plasme en papel y de que, de vez en cuando, podamos escucharla recitada por él mismo. Empezó probando un poema de “reciente creación”. Tras los pasos de este “Recorrido (primera parte)”, continuó con un segundo poema “Es tan fácil acostumbrarse a la sombra” (probablemente el texto no se titule así, pero a mí me sirve para acariciar la semilla que esconden sus versos). Para escuchar sus poemas, si hacéis clic en los títulos de los poemas. (Por cierto, las fotografías que ilustran esta crónica son de Óscar; ¡gracias, poeta!)

La primera parte de MAS la cerró alguien que se estrenó en nuestro escenario: Alexandra Ispierto, más actriz que cantante, como ella reconoció, pero a la que los malos tiempos la han llevado a explorar otras facetas. Resultado de esa búsqueda, de ese salvarse, es la canción con la que empezó. Después de tomar su alternativa musical, se puso el traje de actriz para leer su monólogo “Mano a mano”, con el que buscó dibujarnos una sonrisa con las miserias cotidianas de un personaje que podríamos ser cualquiera de nosotros. Así, practicando el sano deporte de reírse de uno mismo, con cariño, nos lanzamos como niños en pantalones cortos al recreo para volver con ganas y entusiasmo a desentrañar las sorpresas que guardaba la segunda parte de MAS 36.

(Advertencia: A esta hora de la noche, el cariño, la emoción y el azúcar —que no el alcohol— de los mojitos empezaban a hacer estragos en Andrea Mazas [de la que, todo sea dicho de paso, es bien sabido que pierde con facilidad los papeles cuando la emoción la demoniza], por lo que las autoridades declinan cualquier responsabilidad derivada de posibles errores u omisiones debidas a la imprecisión que le intuimos a las notas que la susodicha tomara durante las actuaciones de las que da cuenta a partir de aquí.)

Empezó Richard, quien esa tarde se había hecho con un público francés particular, mayoritariamente femenino, para su intervención. Por ellos (para ellas), decidió ofrecernos la canción más veces versionada que se ha escuchado en MAS. No volveré a escribir el título, dado que doy por hecho que todo el que se asome a este blog sabrá a cuál me refiero. Continuó con “Again”, de Archive, tema que ya escuchamos en MAS 35, pero que quiso repetir para que la escucharan más personas, convencido como está de que se trata de una gran canción. (Por supuesto, Richard no fue al grano. Pero, ya lo he dicho más veces, de él quizá podamos prescindir de las versiones, pero no de sus introducciones.)


Un descubrimiento más: Sam Bliss. Con la primera canción (en inglés) nos convenció con su voz, pero con la segunda (en castellano incipiente) lo hizo con sus razones y empatizamos fácilmente con él, lo que le hicimos saber con nuestras sonrisas y algunas risas en ciertos momentos de su interpretación: nos confesó que, más que por el idioma, se decidió a venir a estudiar a España por las chicas; problema: no contaba era con la barrera idiomática a la hora de ligar… Esperemos que con esta canción las mujeres españolas sepan valorar la simpatía de este cantante y que se entiendan con él a través de la lengua que sea precisa…


Ya habíamos dado la enhorabuena en la primer parte a Ben Clark y a Andrés Catalán por el reciente Premio de Poesía Joven de RNE que han recibido por su poemario a cuatro manos Mantener la cadena de frío, publicado por Pretextos. El que fuera el primer conductor que conoció MAS en el Esperpento, Ben Clark, se hizo con el móvil de su compañero de versos y con el micrófono para descubrirnos uno de los poemas que podemos encontrar en su libro: “El príncipe de la gastronomía”. Si aún no os habéis decidido a haceros con un ejemplar, podéis leer un poema más aquí y otro más aquí, los blogs de Catalán y Clark, respectivamente.

Llegó el momento de disfrutar del imaginario de nuestro friki por excelencia, don Cándido Pérez. Tras cantar una de sus friki-canciones, “Bucle 0.0”, invitó a subir al escenario José Luis Melián y a Alberto Mendoza para, entre los tres, invadirlo de lo épico que reina en sus espíritus. Lo hicieron versionando “The Rains of Castamere”, tema de la serie Juego de Tronos, escrito por el autor del libro homónimo, George RR Martin. No seré yo la única que suponga que estos tres chicos deben de ser seguidores incondicionales de esta saga, ¿no?




En Salamanca estamos acostumbrados a que, de un curso a otro, muchas caras muden por otras. Si en la anterior temporada, lo difícil era que Luis Llorente no recitara en MAS, en esta hay que sentirse muy afortunado el día que Llorente cambia Segovia por Salamanca y, de paso, nos deja alguno de sus poemas. Por suerte, tenemos su blog, que no necesita de su presencia física para que olamos y mastiquemos sus palabras, como quien respira. Del primer poema no dio ningún dato, ni título ni explicación alguna, pero el texto tampoco necesitaba añadidos. Tampoco el segundo. Muchos, casi seguro, repasarían mentalmente los versos de Ángel González mientras escuchaban a Luis Llorente recitándolo como sólo él sabe.








Del castellano del que quizá sea uno de los más bellos poemas de amor que se han escrito, “Me basta así”, pasamos al euskera, con la voz y guitarra de Ione, y el saxo de Miguel. Tras dedicar el primer tema, sobre la igualdad de la mujer, a Mariela Paz, Ione leyó un texto al que Miguel puso fondo —con lo que añadió gravedad a la prosa— con sus notas. Finalizaron su intervención con la canción, “Punto de luz”, con la que ella se estrenara en MAS en la edición 27 (edición memorable, por cierto, con jam session, hasta ahora, irrepetible; repasen la crónica).


Todo cabe en MAS. Los poemas se dan la mano con las canciones, las inquietudes de unos se solapan con las de otros, pero hay algo común: la búsqueda de esa palabra, de ese color, de esa nota… la búsqueda de la mejor forma de transmitirnos. Álvaro Gracia emprende sus búsquedas públicamente cada vez que coge el micrófono y libera su mente para improvisar las rimas que encadena a un ritmo vertiginoso. Serán mejores o peores, pero en ellas está la piedra de la que tal vez salga, después de pulir, su próximo poema, y, en cualquier caso, es digno de elogio que alguien se atreva, semana tras semana, a improvisar; eso sí, esto siempre lo hace después de compartir algo ya pulido. En esta ocasión, la obra terminada fue su canción “Escrito en sangre”.



Perdóneme el señor Luis Somoza; si dijo los títulos, no los anoté; aunque creo que lo de menos es el título. Lo importante es lo demás. Nuestro incombustible poeta nos trajo dos poemas cuyas palabras adquieren un significado distinto en su voz. Luis nos abre las puertas de su particular visión del universo cada vez que recita un verso, y uno tiene miedo de permanecer allí mucho tiempo: parece que algo pudiera explotar en cualquier momento. Nuevamente, rescato dos versos del primer poema: “Pienso en el sí y en el por supuesto que sí”, “Una vez más, ven conmigo a bailar al límite”. El segundo texto se lo dedicó “a un amigo que podría estar aquí, pero que no está”, y en esa ausencia, precisamente, cabalgaban sus líneas.

El último bloque de la edición 36 de MAS lo protagonizaron Saskia y Delia, con una versión de la que desconozco cualquier dato que me sirva para ponerle cara; Alfredo Rubbenstein, quien, en su línea habitual, hizo un particular homenaje, a personas a las que, entre otras cosas, tenemos que agradecer la existencia de MAS (más que del formato, del espíritu); Myriam, que, después de unos meses haciéndonos echar de menos su voz y su “estar” en el escenario, volvió con un tema de lo más apropiado (dados los tintes onanistas de la noche…): “Me lo hago sola”, de Amparanoia; y, por último, Lauren y Cristabel (que no Laura y Cristóbal, como creo que los presenté), pareja que, con la magnífica voz de ella y las manos diestras en el piano de él, puso un broche excepcional a una edición concurrida y maravillosa por la alegría colectiva que perduró hasta altas horas de la madrugada: no parecían estar muy de acuerdo con las canciones que nos ofrecerían, pero, finalmente, las dos elegidas fueron del gusto de todos. Con “Ana y Miguel”, de Mecano, bajaron el telón de MAS 36 y todos nos fuimos felices a nuestras casas, no sin antes intercambiar impresiones en la puerta de El Savor y prometer nuevas actuaciones en la próxima edición, la 37, el lunes 11 de junio (por cierto, el martes 12 de junio es fiesta local en Salamanca; quizá esto facilite que el ambiente del lunes vuelva a ser más propio de un sábado).

Termino esta crónica agradeciendo a todos los asistentes a MAS 36 que quisierais compartir con nosotros, una semana más, sus ganas de belleza, de diversión, de amistad, de cultura… de todo lo que somos. Nos vemos en MAS 37 y antes, si queréis, en la Gala MAL8.

Andrea Mazas

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