Si en la crónica anterior hablaba
de los estragos que los exámenes suelen hacer en eventos culturales como Micro Abierto Salamanca (MAS) en cuanto
a asistencia y participación se refiere, en ésta tengo que desdecirme: uno ya
no sabe qué factores influyen en estas cosas… Así que lo diré así: la edición 36 de MAS contó, por un lado, con un público en buen número y con ganas
de pasarlo bien, entregado a la festividad de un lunes como un oasis entre
quehaceres; y, por otro, con una plétora de participantes: tantos fueron que
creo no equivocarme si digo que hemos batido el récord de número de actuaciones
en una noche en la vida de MAS…
Fueron 22 intervenciones y, aunque terminamos algo más tarde de lo aconsejable,
fue posible porque, siguiendo la recomendación que venimos haciendo desde hace
unas semanas, cada uno de los participantes tuvo en cuenta a los que aún no
habían pasado por el escenario y ajustaron su tiempo en las tablas.
Antes de que los mojitos
empezarán a salpicar El Savor y de
que corrieran a sus anchas por
nuestra sangre, anunciamos a los presentes que, por el hecho de acudir a MAS 36, todos los que quisieran acudir
a la Gala MAL8 (Micro Abierto Libertad
8), que tendrá lugar este jueves 7 de junio en El Savor, dentro del ciclo Jueves
de Autor, el organizador del mismo, Andrés
Sudón, premiaba su asistencia con un REGALO muy especial: los
presentes en MAS 36, espectadores y
participantes, podrían conocer un poco más de cerca a algunos de los habituales
del Micro Abierto que los martes
se celebra en Libertad 8 (Madrid) a
un precio especial: 3 euros (con consumición incluida). Así, 17 personas
aceptaron el presente, según consta en las actas. (Si alguien acudió a MAS 36 y olvidó apuntarse, o no tenía
claro si podría asistir el jueves a la gala, pero ahora sí sabe que asistirá,
puede escribir un correo electrónico hasta las 20 horas del jueves 7 de
junio a microabiertosalamanca@gmail.com
para solicitar su regalo; o bien entrar en este evento,
pinchar en “Asistiré” y dejar un comentario en el mismo que haga referencia a MAS 36).
Dada la abundancia ya mencionada
de esta edición, lo mejor sería que me limitara a dejar una constancia
esquemática de lo que disfrutamos, para que esta crónica no se haga demasiado
extensa… Pero no puedo asegurar que sea capaz de ello…
La noche la estrenó el último cantautor en sumarse a esta, ya extensa, familia que conforman los MASeros: Ángel Rosado, quien no nos dejó descubrir más canciones de su repertorio, pero, a cambio, nos ofreció una muestra de los que, suponemos, son algunos de sus referentes musicales: Fito y Fitipaldis y Andrés Calamaro. De los primeros, eligió la canción “Donde todo empieza” y, del segundo, “Estadio Azteca”.
A este Ángel siguió otro, Judith Amaya: esa cualidad la oculta la materialidad de su guitarra, que cogió para electrificarnos a todos con un tema propio: “Chaos is what am I”. (Tengo que decir algo: Judith fue tan al grano que no presentó la canción, por lo que ni siquiera explicó que era de creación propia. Yo no soy muy —o nada— devota de este estilo de música, pero al escucharla di por hecho que se trataba de una versión de alguno de sus grupos favoritos… Esta circunstancia me hace intuir que “Chaos is what am I” es una muy buena canción, de esas que se quedan contigo, en todos los sentidos.)
Tras la descarga de energía de Judith, una dosis de calma (nos gustan los toboganes) se hacía más que apetecible: la persona idónea para procurar sosiego de espíritu es Luz Mercedes Orrego. En esta edición lo hizo con los versos de Dulce María Loynaz, que dedicó a su amiga Mariela Paz porque ese día se había convertido en filósofa titulada.
Los participantes habituales se alternaron con los que se estrenaron en esta edición. Fue el caso de la banda Whisky para los Pájaros. Dos de sus componentes aliñaron MAS 36 con unas gotas de esencia pop-rock de su agrupación: “Camarera a mediodía” y “Cocaína para el Sol”, la cual, como bien puede intuirse, es una “apología de la vida saludable” (sic).
Otro bloque de música y poesía. La música corrió a cargo de nuestro placentino más querido: Alberto Mendoza. Antes de empezar avisó: “Ahora nos vamos a poner tiernos”. Tenía razón: nuestra ternura se disparó con su primera canción, de la que, si dijo el título, no lo apunté: para subsanar esta omisión os dejo el enlace a una de sus canciones, “Alas de pájaro”, para que os pongáis un poco tiernos también ahora… Para el segundo tema, versión de “En el disparadero”, de Quique González, pidió la colaboración de otro fan reconocido de este cantautor: Ángel Rosado, quien ya la versionó hace un par de ediciones.
La primera parte de MAS la cerró alguien que se estrenó en nuestro escenario: Alexandra Ispierto, más actriz que cantante, como ella reconoció, pero a la que los malos tiempos la han llevado a explorar otras facetas. Resultado de esa búsqueda, de ese salvarse, es la canción con la que empezó. Después de tomar su alternativa musical, se puso el traje de actriz para leer su monólogo “Mano a mano”, con el que buscó dibujarnos una sonrisa con las miserias cotidianas de un personaje que podríamos ser cualquiera de nosotros. Así, practicando el sano deporte de reírse de uno mismo, con cariño, nos lanzamos como niños en pantalones cortos al recreo para volver con ganas y entusiasmo a desentrañar las sorpresas que guardaba la segunda parte de MAS 36.
(Advertencia: A esta hora de la noche, el cariño, la
emoción y el azúcar —que no el alcohol— de los mojitos empezaban a hacer
estragos en Andrea Mazas [de la que,
todo sea dicho de paso, es bien sabido que pierde con facilidad los papeles
cuando la emoción la demoniza], por lo que las autoridades declinan cualquier
responsabilidad derivada de posibles errores u omisiones debidas a la
imprecisión que le intuimos a las notas que la susodicha tomara durante las
actuaciones de las que da cuenta a partir de aquí.)
Empezó Richard, quien esa tarde se había hecho con un público francés
particular, mayoritariamente femenino, para su intervención. Por ellos (para
ellas), decidió ofrecernos la canción más veces versionada que se ha
escuchado en MAS. No volveré a
escribir el título, dado que doy por hecho que todo el que se asome a este blog
sabrá a cuál me refiero. Continuó con “Again”, de Archive, tema que ya escuchamos en MAS 35, pero que quiso repetir para que la escucharan más personas,
convencido como está de que se trata de una gran canción. (Por supuesto, Richard no fue al grano. Pero, ya lo he
dicho más veces, de él quizá podamos prescindir de las versiones, pero no de
sus introducciones.)
Un descubrimiento más: Sam Bliss. Con la primera canción (en inglés) nos convenció con su voz, pero con la segunda (en castellano incipiente) lo hizo con sus razones y empatizamos fácilmente con él, lo que le hicimos saber con nuestras sonrisas y algunas risas en ciertos momentos de su interpretación: nos confesó que, más que por el idioma, se decidió a venir a estudiar a España por las chicas; problema: no contaba era con la barrera idiomática a la hora de ligar… Esperemos que con esta canción las mujeres españolas sepan valorar la simpatía de este cantante y que se entiendan con él a través de la lengua que sea precisa…
Llegó el momento de disfrutar del imaginario de nuestro friki por excelencia, don Cándido Pérez. Tras cantar una de sus friki-canciones, “Bucle 0.0”, invitó a subir al escenario a José Luis Melián y a Alberto Mendoza para, entre los tres, invadirlo de lo épico que reina en sus espíritus. Lo hicieron versionando “The Rains of Castamere”, tema de la serie Juego de Tronos, escrito por el autor del libro homónimo, George RR Martin. No seré yo la única que suponga que estos tres chicos deben de ser seguidores incondicionales de esta saga, ¿no?
En Salamanca estamos
acostumbrados a que, de un curso a otro, muchas caras muden por otras. Si en la
anterior temporada, lo difícil era que Luis
Llorente no recitara en MAS, en
esta hay que sentirse muy afortunado el día que Llorente cambia Segovia por Salamanca y, de paso, nos deja alguno
de sus poemas. Por suerte, tenemos su blog, que no necesita de su presencia
física para que olamos y mastiquemos sus palabras, como quien respira.
Del primer poema no dio ningún dato, ni título ni explicación alguna, pero el
texto tampoco necesitaba añadidos. Tampoco el segundo. Muchos, casi seguro, repasarían
mentalmente los versos de Ángel González
mientras escuchaban a Luis Llorente
recitándolo como sólo él sabe.

Del castellano del que quizá sea uno de los más bellos poemas de amor que se han escrito, “Me basta así”, pasamos al euskera, con la voz y guitarra de Ione, y el saxo de Miguel. Tras dedicar el primer tema, sobre la igualdad de la mujer, a Mariela Paz, Ione leyó un texto al que Miguel puso fondo —con lo que añadió gravedad a la prosa— con sus notas. Finalizaron su intervención con la canción, “Punto de luz”, con la que ella se estrenara en MAS en la edición 27 (edición memorable, por cierto, con jam session, hasta ahora, irrepetible; repasen la crónica).
Del castellano del que quizá sea uno de los más bellos poemas de amor que se han escrito, “Me basta así”, pasamos al euskera, con la voz y guitarra de Ione, y el saxo de Miguel. Tras dedicar el primer tema, sobre la igualdad de la mujer, a Mariela Paz, Ione leyó un texto al que Miguel puso fondo —con lo que añadió gravedad a la prosa— con sus notas. Finalizaron su intervención con la canción, “Punto de luz”, con la que ella se estrenara en MAS en la edición 27 (edición memorable, por cierto, con jam session, hasta ahora, irrepetible; repasen la crónica).
Todo cabe en MAS. Los poemas se dan la mano con las canciones, las inquietudes de unos se solapan con las de otros, pero hay algo común: la búsqueda de esa palabra, de ese color, de esa nota… la búsqueda de la mejor forma de transmitirnos. Álvaro Gracia emprende sus búsquedas públicamente cada vez que coge el micrófono y libera su mente para improvisar las rimas que encadena a un ritmo vertiginoso. Serán mejores o peores, pero en ellas está la piedra de la que tal vez salga, después de pulir, su próximo poema, y, en cualquier caso, es digno de elogio que alguien se atreva, semana tras semana, a improvisar; eso sí, esto siempre lo hace después de compartir algo ya pulido. En esta ocasión, la obra terminada fue su canción “Escrito en sangre”.
Perdóneme el señor Luis Somoza; si dijo los títulos, no los anoté; aunque creo que lo de menos es el título. Lo importante es lo demás. Nuestro incombustible poeta nos trajo dos poemas cuyas palabras adquieren un significado distinto en su voz. Luis nos abre las puertas de su particular visión del universo cada vez que recita un verso, y uno tiene miedo de permanecer allí mucho tiempo: parece que algo pudiera explotar en cualquier momento. Nuevamente, rescato dos versos del primer poema: “Pienso en el sí y en el por supuesto que sí”, “Una vez más, ven conmigo a bailar al límite”. El segundo texto se lo dedicó “a un amigo que podría estar aquí, pero que no está”, y en esa ausencia, precisamente, cabalgaban sus líneas.
Termino esta crónica agradeciendo
a todos los asistentes a MAS 36 que
quisierais compartir con nosotros, una semana más, sus ganas de belleza,
de diversión, de amistad, de cultura… de todo lo que somos. Nos vemos en MAS 37 y antes, si queréis, en la Gala MAL8.
Andrea Mazas
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