domingo, 28 de octubre de 2012

Crónica MAS (48). 15/10/12


Algo rara, para qué mentir, fue la edición 48 de Micro Abierto Salamanca (MAS), celebrada el 15 de octubre en nuestra y, si queréis, vuestra casa, El Savor. Fue fría. Esto es algo subjetivo, claro. Sin embargo, así lo percibieron todas (o casi todas) las personas que, desde el escenario, tuvieron que defender sus canciones o poemas ante un público algo desanimado, difícil de complacer... Los comienzos de curso son complicados (ya lo sabemos). La llegada del frío, también. Vamos a pensar que estas fueron las principales razones que impregnaron la noche de cierta desazón. Cierta, porque también hubo buenos momentos. Sólo intentaba transmitir una primera impresión. Dejemos ese frío subjetivo en este primer párrafo y pasemos a describir en los siguientes el calor de la noche, el calor que desprendieron los artistas de los que disfrutamos en MAS (48).

El telón imaginario se subió para recibir a Nacho Prada Echevarrieta. Ya tuvimos ocasión de conocer a este músico durante la primera temporada. En esta edición, reapareció con tres temas: una versión y dos canciones de repertorio, “Como antes” y una segunda en inglés de la que no pude anotar el título. Aunque lo conocemos como solista, Nacho forma parte de La Noche de La Iguana, banda de la que os dejo un aquí el enlace a un vídeo para que os hagáis una idea del estilo de este músico. Con toda seguridad, tendremos ocasión de disfrutarlos en concierto muy pronto.

Miguel Pérez, un poeta ya asociado a MAS por su participación casi segura cada lunes, nos confesó algo que ya intuíamos: en los ratos libres que le deja la fatigosa carrera de las letras, estudia Medicina. Sobre esta poética disciplina versaba el poema que nos leyó.

Un rubio medio australiano, medio sueco empieza a aficionarse a MAS. Responde al nombre de Félix, es guitarrista y en noviembre podremos escucharlo en concierto, en formato dúo... De esto os hablaré en la crónica de MAS (49). En la edición que aquí resumo, la 48, Félix se hizo con la guitarra española para interpretar dos piezas y con ellas consiguió contagiarnos su armonía. Desconozco si lo que escuchamos eran improvisaciones. No presentó los temas. Lo único que sé es que a mí me vino muy bien su actuación: por alguna extraña razón, esa noche estaba más nerviosa de lo habitual, y al escucharlo y verlo me apropié de su calma.

Tal vez mis nervios tuvieran que ver con el hecho de que en esta edición nos visitara Ben Clark, laureado poeta y el primer presentador que tuvo MAS. El que presentara a una servidora en sus primeras intervenciones sería ahora presentado por ella: “Te has pasado”, me dijo antes de subir al escenario, después de dar algunos datos sobre él al público que no lo conociera (algo que a mí me resulta difícil de creer). Ben aprovechó bien su paso por el escenario. Tres fueron los poemas que nos ofreció. El primero, quizá el último en ser escrito, lo llevaba escrito a mano: “música, poca luz y, en mi caso, un gintonic”; así contextualizó el precioso ejemplo de cómo ligar con tacto, sin ser ñoño, un sábado por la noche. No obstante, este poeta también sabe ponerse cursi, llegado el caso. Lo demostró con el segundo texto, “el poema ñoño por excelencia”, según lo describió su autor. Lo rescató de Cabotaje, publicado por Delirio, editorial muy bien tripulada por Fabio de la Flor. Los versos con los que se despidió pertenecen al poemario Mantener la cadena en frío, coescrito con Andrés Catalán (poeta también afincado en Salamanca y que tantas veces escuchamos en MAS en la “era esperpéntica”) y merecedor del IV Premio de Poesía Joven de Radio Nacional de España este año. Para conocer más sobre Ben Clark y sobre la editorial Delirio hacer clic en sus nombres.

A continuación, pudimos conocer a un nuevo artista en MAS: Miguel Ángel. Utiliza sólo el nombre de pila por respeto a sus padres y por falta de imaginación. Después de interpretar un tema propio, “Nuestra efímera eternidad”, versionó “Tiempo de cerezas”, de Enrique Bumbury, para continuar divagando sobre la fugacidad de las cosas… Con los dos temas dejó constancia de su humildad, pero también de la confianza precisa para subirse a un escenario. Esperamos que pronto nos deje descubrir un poco más de su universo musical. 

Matías abandonó la barra y, armado con la Justicia Divina que lleva por bandera musical, intentó dar un giro al frío de la noche con sus ritmos cumbieros… Animó al público a ponerse de pie… pero el público siguió sentado… Animó al público a acompañarlo con palmas… Algún despistado al parecer no se había enterado de lo que sabían todos (que esa noche la cosa no estaba de pitos y flautas) y empezó a aplaudir… Intento fallido de Matías por animar al personal con sus versiones de Camilo Sexto. Volvió a la barra, que parecía estar más calentita, no sin antes invitarnos a bailar y divertirnos cada jueves en El Savor con su Dúo Justiciero, “el único dúo de cuatro, o cinco, o los que tercie”.

Me gustaría no tener que llamar más la atención sobre el plan general de la noche… pero es que también los siguientes participantes lo notaron… y, así, Dominique y Tito pensaron que sería mejor cambiar el guión que llevaban preparado. Después de cantar una canción de Ben Harper, conseguimos que Dominique nos leyera, al menos, una parte de la nueva carta que ha escrito a su primo Gaston, con la que, por fin, pudimos reírnos sin miedo de desentonar… Tras este necesario momento de relajación mental, se pusieron algo más intimistas para interpretar el segundo de los temas que llevaban preparados, con solo de ukelele incluido por parte de Tito. Aunque hubo algún problema de comunicación entre ukelele y guitarra, esto no nos impidió ver que Dominique y Tito hacen buena pareja artística. ¿Volverán pronto? Ojalá que sí.

Alfredo Rubbenstein había publicado en las últimas semanas en su perfil de Facebook las tres primeras partes de su relato, de tintes autobiográficos, La canción del pajarillo o la historia de Pulgarcito. En esta edición, para disfrute de los que hubieran leído los capítulos previos, presentó la cuarta entrega, en la que un malentendido coloca al protagonista y a una prostituta en una situación que, al ser destripada por Rubbenstein, nos terminó por congelar el ánimo. Eso sí, en este caso, el frío fue bien recibido, porque bajó la temperatura con gran talento.

Ya que había un ukelele en la sala, él, que había ido a El Savor sólo como espectador, finalmente se animó a tocar “Crazy”, “de un hawaiano”, dijo Fran. ¿Derick Sebastian? Tal vez en las próximas crónicas podamos saber qué hawaiano está detrás de este tema, así cómo escribir que Fran, que en esta edición tuvo problemas con el ukelele que le prestó Tito,  interpretó sin dudas y con total confianza la pieza elegida. Tiempo al tiempo…

El broche a la noche lo puso nuestro cálido Richard: último intento para despedirnos de la edición con buen sabor de boca… El extremeño invitó al francés de MAS, Dominique, a subir al escenario para que lo acompañara en la canción que los ha llevado por toda la geografía española, la canción más veces escuchada en la historia de MAS. Con estos datos, para quien nos siga, no hace falta decir nada más. Ya solo en el escenario, Richard iba a cantarnos “una canción muy difícil” de Elvis Presley. Después de una larga, larga introducción, decidió, sin embargo, cambiarla por una de José Luis Perales (en estos cambios, Richard es maestro), que tampoco fue capaz de cantar completamente. Inexplicablemente, cuando el artista se retiró, el público pidió otra y Richard volvió para, esta vez sin presentaciones, cantar sólo el estribillo de otra canción. Así, con promesas de canciones, terminó la noche.

En la fecha en que se publica esta crónica, faltan menos de veinticuatro horas para que cumplamos las 50 ediciones. Así, mañana, lunes 29 de octubre, estaremos en El Savor celebrando MAS (50). Será a partir de las 22.30 horas y queda usted, lector, formalmente invitado a esta celebración tan especial. Aquí le dejo la invitación en Facebook.

Gracias a todos, público y participantes, lectores también de estas crónicas, por hacer posible cada edición de MAS. No hace falta decir que sin vosotros esta maravillosa y necesaria experiencia de los lunes sería imposible.

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