miércoles, 16 de noviembre de 2011

Crónica MAS (9). 14/11/11


Alguien ya advirtió horas antes que la noche del pasado lunes sería muy musical. Efectivamente, a Micro Abierto Salamanca (MAS) no le faltó en su edición número 9 ninguna nota. Seis guitarras (eléctricas, acústicas y electroacústicas), un ukelele y un teclado se citaron en el escenario de El Savor, donde tampoco faltó un play-back y una canción a capella. Esto en cuanto a música se refiere, porque, además, disfrutamos en castellano, en gallego, en inglés y en esperanto.

Si en la anterior edición cerró la noche, en esta ocasión, Virginia Montaño fue quien subió el telón imaginario de MAS. Esta malagueña parece tener alma gallega, y, así, nos sorprendió con una canción, entiendo que popular, en galego y a capella, con la que hizo el silencio en la sala. Los nervios con los que se estrenara en MAS ya no estaban presentes y esta artista, dulce, risueña y humilde, volvió a darnos muestras generosas de su preciosa voz y sensibilidad. Su intervención continuó con la lectura de una reflexión sobre el ser humano, escrita el “15 de julio de 2011”, y terminó con una canción-regalo propia que escribió para una amiga con el recordatorio a modo de estribillo “La vida no consiste en privar, sino en ‘privarse’ de placer”. A Virginia le gusta MAS, pero a MAS le gusta más ella. 

Anoche hubo poca poesía recitada, en comparación con otras ediciones, pero tampoco nos quedamos con ganas de ella, como sí se quedó la semana pasada José Payan, que en esta edición se resarció con dos poemas. En el primero, una “carta” a una amiga, no faltaron búhos, peces, tigres… ni los colores de Tanzania, esos que sólo parece conocer ella.

Dos fueron las intervenciones con las que Víctor Casado nos sorprendió en MAS 9, la primera de ellas en solitario. Después de presentarnos su móvil, que nada tiene que envidiar al iPhone que él no piensa comprarse, reanudó la sección “Verdades como puños”, con la que de lunes a lunes quiere invitarnos a reflexionar sobre algunos aspectos de la era en que nos encontramos. Ayer compartió con nosotros sus preocupaciones personales por dos temas concretos: las mujeres heterosexuales sin iniciativa en el “asunto”, y el capitalismo y sus “zurullos, en general”, además de saltarse el principio hipocrático de las conversaciones facebookianas y tuentiteras para leernos una conversación que mantuvo por chat con un amigo. Después del “baile de San Vito” que llevó a cabo en la lectura para hacer unas veces de sí mismo y otras de su colega, cerró con un chiste. 

Más música. Era el turno de 7 Días, formación de la que por ahora sólo conocemos a dos de sus cuatro miembros, José Luis Melián y Judith Amaya. Él cantó un tema; ella, otro. Como en otras ocasiones, sus letras parecían un quejido ronco de rabia contenida. En sus ciudades fantasmales, hay niebla cortada por balas, una caja musical, siniestra, “con melancólica melodía que presagiaba mi soledad” y un espejo roto en el que ellos se miran como los extraños que los habitan. 

… y más, y más. Este jueves 17 de noviembre podremos disfrutar de un concierto íntimo y emocional a cargo de Fernando Maés dentro del ciclo “Jueves de autor”, organizado por Andrés Sudón en el El Savor (https://www.facebook.com/event.php?eid=306413622719595). Para dejarnos con los dientes largos y no tener escusa para ir a verlo el jueves, nos llenó los oídos de poesía con “Borrachos go home”, poema de Raúl Vacas que inspira su novísima canción “Si te quedas conmigo” y con el que la presentó. Después, una canción para ponernos un poco nostálgicos (al menos a mí), “Aunque tú no lo sepas”, de Quique González.

Los borrachos de Raúl Vacas aún daban tumbos en la memoria, cuando yo leí otro de sus poemas: “Pero aquel noviembre todo fue distinto, / yo paseaba por las noches frías / y pensaba en tus párpados…”. Maés ya lo había anunciado, así que, por alusiones, yo también aproveché la ocasión para hablar del recital “Andrés Sudón y Andrea Mazas: canciones, poemas y una relato sin ficción” (https://www.facebook.com/event.php?eid=285364158153179). Establecimos conexión telefónica con Andrés, quien, desde Madrid, nos dijo que se trataría de un “combate de boxeo”: un poeta es musa del otro, y viceversa.

Ha prometido clown, pero se presentó con un poema, cuyo título no apunté, porque, como su autora indicó, es provisional y acepta nuestras sugerencias. Carmen, Carmiña o Mentxu salió descalza al escenario y, con sus calcetines de rayas y su demoledora simpatía, nos metió de cabeza en el poema: “olisquear tu mierda es mi desayuno favorito”. El público no fue indiferente con ninguno de sus versos: prácticamente todas las líneas tuvieron su réplica, unas veces con una sonrisa de complicidad y otras, con una clara carcajada. Todo apunta a que Carmen va a ofrecernos más buenos momentos en MAS.

Sara Clark nos llevó al recreo con su música. Sus dedos hicieron migas con el piano de El Savor, que ya tenía ganas de ser partícipe activo de nuestras noches lunáticas. Sara, de cuyas canciones en inglés muchos ya pudimos disfrutar en temporadas pasadas, aprovechó su paso por el escenario para adelantar que este jueves dará su primer concierto en solitario de este curso; será en el Puerto de Chus... una muestra más de que en Salamanca sí hay una apuesta activa por la cultura alternativa en salas como las mencionadas en esta crónica. ¡Ole!

Una pausa de palabras, miradas, caladas y tragos, y volvimos como nuevos a la segunda parte de esta larga edición de MAS.

Óscar Bailongo sigue explorando con su linterna entre idiomas, lenguas y dialectos. Esta vez nos trajo el idioma “verde” e internacional, que no mundial: el esperanto, creado por el doctor Zamenhof en 1887. Mientras sonaba el himno del mismo, “La espero” (“La esperanza”), nos leyó una carta escrita por su creador a modo de declaración de intenciones. Durante su lectura, entre el público, los camaradas Víctor Casado y Alfredo Rubbenstein, llevados por la solemnidad del momento y vestidos con nariz de payaso, se pusieron en pie, mano en pecho. Después de la teoría, la práctica: Óscar se atrevió con el esperanto con la canción “La Virbovo kaj la Luno” o, lo que es lo mismo, “El toro y la luna”. Así que: ¡ole, otra vez!

Después de quedarme sin palabras con Bailongo, subió al escenario alguien a quien nunca le faltan: Ane González. Su carácter, cada vez más poético y más femenino, se entrevió en los tres poemas con los que disfrutamos. Después de uno propio, en el que se describe como un animal fuera de lugar (“pez que, ploff, se desinfla”), atendió la petición de Luis Llorente y leyó “Mandorla”, de José Ángel Valente. Entonando "Satisfaction", de los Rolling Stones, se despidió con su texto “Profunda satisfacción”. Para acercaros un poco más a la poesía de esta joven promesa, podéis leerla en http://poesiaterapeutikoa.blogspot.com/.

Del trance poético al musical con el guitarrista Darío Gómez. Adolezco de falta de formación musical, pero, para mí, en su ánimo se mezclaban culturas y tiempos, la pasión y la nostalgia de los nómadas. Con su intensa intervención, recorrí un desierto y desperté en una jaima.

Antes de esto sonreímos con Cándido Pérez. Fue una noche de peticiones atendidas, porque este cantante también dedicó su primera canción, “Miedo a la oscuridad”, a quien la solicitó, José Luis Melián. Con el segundo tema, aunque se le resistió, pudimos ver, entre equívoco y equívoco, un Cándido cada noche más cómodo en el escenario. Busca la sonrisa del público, y siempre se lleva más de una. 

MAS no se escapa nunca de las circunstancias y, esta semana, resta decirlo, son las elecciones. Éste fue el pretexto que reunió en el escenario a Alfredo Rubbenstein y a Víctor Casado, en un ficticio y jocoso careo político entre los candidatos del PESCAO (Partido Exotérico de los Sapos, Culebras, Armadillos y Ornitorrincos), Don Alfredo Pérez Rubalstein, interpretado por Casado, y del PAVO (Partido Arrabalista de Vampiros y Orcos), en la piel de Rubbenstein… Y no faltó la previa propaganda electoral, que tenía por objeto el reclutamiento para la Inquisición Española, un mensaje de “Carlos I de España, V de Alemania y VI de Primaria”. Con este sketch, se ganaron un merecido y rotundo aplauso, después de hacernos reír, y reír, y reír…

Dejó los nervios reconocidos a un lado para tocar con la maestría a la que ya nos tiene acostumbrados: Rodrigo Cuervo se atrevió en esta ocasión con una versión de Carmina Burana, de Carl Orff, después de recitar unas líneas de Rayuela, de Julio Cortázar. Terminó con otro tema que no pensaba tocar, pero Guillermo Toda, después de morderse las uñas de deleite durante la interpretación anterior, se acercó al escenario para decirle al oído que tocara más. Rodrigo atendió su petición y el placer se alargó. Me gustaría escribir más sobre su intervención, pero me subí a su música...

La novena edición de MAS llegaba a su final, pero aún quedaba una voz nueva por descubrir, la de Andy Mathews. Se presentó con tres canciones… que cantó sin preámbulos, por lo que no pude anotar los títulos. Los nervios de la primera vez en MAS no impidieron que se dejara llevar y emocionar, especialmente con la tercera canción, de la que reconoció que era su favorita.

Fue una noche variada y emocionante en la que no faltaron las sorpresas. La música y la poesía volvieron loca a la amígdala, que fue de la risa a la ternura y de la tristeza a la alegría con cada cambio. En cada edición de MAS, hay un espectro de emociones difícil de transcribir en una crónica. Es mejor, siempre, no esperar a que nos lo cuenten. El columpio empieza a moverse mientras los participantes van preparando sus próximas actuaciones. 

¡Os esperamos el próximo lunes!

1 comentario: