… una tarta hecha por mamá, globos,
sugus, dedicatorias, muchos “gracias”
y más cariño todavía… sí, el lunes 7 de mayo, El Savor fue algo así como una piñata humana, cuyas sorpresas
fuimos desentrañando a lo largo de la edición
32 de Micro Abierto Salamanca (MAS). No nos faltan razones para convertir
cada lunes en una celebración y, en esta ocasión, quisimos homenajear a alguien
que ya es muy especial en esta maravillosa familia de “faranduleros” lunáticos
que, a golpe de canción o poema, va creciendo semana a semana. Ese ser especial
es Virginia Montaño, una cantautora de
la que casi se puede decir que se descubrió a sí misma en MAS, donde reunió las fuerzas necesarias para encarar su sueño de
dedicarse, por fin, a la música (su gran pasión). Nosotros nos sentimos
afortunados: en cada edición somos testigos de un pasito más y nuevo que da en
su andadura musical. Los habituales de MAS
lo sabemos y, por eso, en su paso por el escenario en esta edición,
aprovechamos para dedicar unas palabras a esta artista.
Después de cantarle el obligado “Cumpleaños feliz”, la velada no podía empezar de otro modo: emocionada y agradecida por el cariño de los asistentes, Virginia Montaño nos habló del sueño que ha cumplido recientemente: hace años se prometió que algún día cantaría en Libertad 8; promesa cumplida. La primera canción de sus veintiséis años fue “Origami”, algo que no es de extrañar, dada su curiosa afición por esta manualidad. Da título a su maqueta, pero no se encuentra en ella, así que esperemos que sí la contenga la próxima que grabe y que esto no se haga mucho de esperar. Otro tema que a buen seguro estará en ese futuro disco es “Cosas que pasan”, una de sus ultimísimas composiciones con la que a mí, personalmente, me ha vencido (en el mejor sentido de la expresión).
Después de cantarle el obligado “Cumpleaños feliz”, la velada no podía empezar de otro modo: emocionada y agradecida por el cariño de los asistentes, Virginia Montaño nos habló del sueño que ha cumplido recientemente: hace años se prometió que algún día cantaría en Libertad 8; promesa cumplida. La primera canción de sus veintiséis años fue “Origami”, algo que no es de extrañar, dada su curiosa afición por esta manualidad. Da título a su maqueta, pero no se encuentra en ella, así que esperemos que sí la contenga la próxima que grabe y que esto no se haga mucho de esperar. Otro tema que a buen seguro estará en ese futuro disco es “Cosas que pasan”, una de sus ultimísimas composiciones con la que a mí, personalmente, me ha vencido (en el mejor sentido de la expresión).
A la actuación de Virginia, siguió la de Óscar Rioja, quien (tras recordarnos que
el día en que se publica esta crónica, 8 de mayo, él estrena la obra de
teatro de la que nos viene hablando desde hace semanas, “Pronombres y determinantes”) dedicó el poema “Agonía”, de Juan Rejano, a la cumpleañera. Si alguien quiere escuchar el texto
en voz de su autor, puede hacerlo en este enlace.
Mariela Paz llevaba días
pensando en Virginia y, de hecho,
ella misma propuso que celebráramos su aniversario. Para la ocasión, escribió
un texto mientras escuchaba las canciones de aquella en el que le da las
gracias por ser. Después disfrutamos de su poema “Sé feliz”, inspirado en un
idilio que tuvo en la Patagonia y en el que, no por esconder una historia de
amor, dejaba de respirar el espíritu más guerrero de esta mujer.
Jorge Silla tenía el mismo sueño de Virginia de cantar al piano del mítico Libertad 8, sueño que cumplieron en la misma edición de MAL8. Le dedicó a su compañera y “su gran musa” (sic) la canción “She”, de Elvis Costello. Las dedicatorias no terminaron aquí, y el siguiente tema, “Standing Still” (con el que Roman Lob representará a Alemania en Eurovision 2012) fue destinado a Lydia-Marie. Finalmente, recitó su poema “Hipocresía” y le regaló a Virginia una rana de origami llamada Kakeru, que significa “volver”.
Contrarrestamos la “hipocresía”
del poema de Jorge Silla con la
verdad y armonía de Luz Mercedes Orrego.
Además de regalarle un libro, dedicó a la cantautora uno de sus micropoemas,
que demuestran que pocas palabras son necesarias para dibujar la belleza. La
espiritualidad que caracteriza a esta poeta no faltó en los versos que eligió
para terminar, escritos por su amiga Roxana Seixas y que retratan la compasión
por el ser humano que motiva las reencarnaciones de Buda.
El siguiente participante fue Richard, el
anfitrión de las “buhardillas bohemias” y de la fiesta de pintura y poesía que
se celebrará este miércoles 9 de mayo en El Savor. Los lienzos de
Alfonso Pina y Begoña Aranda se acompañarán de los textos de Luis Somoza y de las versiones de Richard en una velada en
la que no faltará el espíritu bohemio de sus artífices. El “instigador” de esa
alianza de talentos nos dejó dos versiones: de la canción que ya es más suya
que de su propio autor, “La quiero a morir” (hasta ahora, de Cabrel) y “Lucía”, de Serrat.
Una amiga le había elegido el tema
que tocaría en esta edición Guillermo
Toda, pero, después de calentar con una improvisación, que también templó
nuestro ánimo, e intentar defender la composición elegida (que sería la primera
no clásica que le escucharíamos a Toda
en MAS), nos ofreció una adaptación
de una pieza de Vivaldi. Los violines
no se resistieron a su guitarra; otra cosa eran las partes orquestadas, para
las que Guillermo reconoció que su
instrumento no sería capaz de dar tanta nota…
Ya en la recta final de esta
edición, descubrimos una cara nueva: la del cantautor Ángel Rosado. Se presentó en nuestra casa con la canción “Entre
versos”, que da título a su maqueta. En ella no está “Adiós”, pero Ángel está seguro de que sí se podrá
escuchar en el siguiente disco que produzca. Para despedirse (esperemos que no
por mucho tiempo), versionó “Vis a vis”, del disco Diciembre, de Leiva, tema
del que confesó que le “pone bastante, en todos los sentidos”, algo que pudimos
comprobar en su interpretación. En ella se dejó llevar y creó una intimidad de
la que participamos como voyeurs consentidos.
Una servidora, Andrea Mazas, también quiso dedicarle
unas palabras a Virginia. Con ella en
el escenario, dando cuerda a una caja de música, leí “Intuición”, texto con el
que, según me confesó, fue la gota que colmó el vaso de su emoción, ya
contenida durante bastante rato. Emocionar a Virginia no es difícil: es muy sensible; basta con prestar un poco
de atención a sus letras para darse cuenta de ello… De todos modos, para mí su
lagrimita fue todo un halago. Ya sola, le dediqué también el segundo poema: “Las
nubes de la infancia”.
Antes de que termináramos como
habíamos empezado, Matías Astroza, capitán
justiciero del único dúo de cuatro componentes de los mundos conocidos, salió
al escenario, cartel en mano, para anunciarnos la cita con la cumbia que los
martes se celebra en El Savor. El
cartel fue el regalo que Matías quiso hacerle a Virginia y, con él, una preciosa dedicatoria
en forma de canción: “Los momentos” del chileno Eduardo Gatti. Aquí os dejo el evento que organiza Matías, para quien quiera darle buen
ritmo a esta noche.
El cumpleaños terminó con un “Adiós”,
de Zahara, que Virginia Montaño versionó antes de partir y repartir el dulce con
el que nos obsequió para que nadie se fuera a su casa con muy buen sabor de
boca.
A lo largo de esta semana (en la
que no faltarán más cosas que celebrar, como la presentación del nuevo disco deLuis Pastor, en El Savor o el
concierto de Andrés Suárez en El Corrillo) iremos preparando la próxima cita, el lunes 14 de mayo, MAS (33).
Gracias a todos por una noche estupenda,
de amistad, cariño, arte y, sobre todo, ganas de hacerlo cada vez mejor.
Andrea Mazas
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