jueves, 22 de marzo de 2012

Crónica MAS (27). 19/3/12

En la edición número 27 de Micro Abierto Salamanca (MAS) acudimos a El Savor no todos los que somos ni seremos, pero sí los suficientes como para, entre todos, con energía, entusiasmo y amor, sobre todo, por la música, matar el invierno y emprender una primavera (fría, de momento) de la que, al menos una servidora, ya teníamos ganas.

Sacamos la piel y el alma pa’ fuera desde la primera intervención, la de Álvaro Gracia, que quiso acompañarse de las manos de su hermana, Diana, al piano. Con los primeros versos de la primera composición y con los de la segunda, recién escrita antes de salir al escenario, Álvaro puso el escenario a punto para que los artistas fueran sucediéndose en una noche de la que Guillermo Toda ha declarado lo siguiente: “El día que menos gente va, el mejor día de todos.... No digo que no vengáis, pero...”. Al final de esta crónica tal vez me atreva a completar estos puntos suspensivos tan c… (¿hay niños en la sala?) cabrones.

Además de los cada vez más sorprendentes encuentros que nos marcamos todos los lunes, hay quien se ha hecho con el formato doméstico de esta celebración que aúna diversión, camaradería y arte, y ya se está empezando a hablar de las “fiestas bohemias” que nuestro Richard organiza una vez al mes en su queli. Así pues, el siguiente artista, el compositor en ciernes Jorge Silla, empezó su intervención dando las gracias por tan magnífica iniciativa y por ser, según parece, tan buen anfitrión. Después de los oportunos agradecimientos, nos sorprendió con su poema “Amanecer”, que escribió a la vuelta de una juerga en la que había “tomado” bastante (tal vez la de Richard, no especificó). A continuación, nos deleitó con una instrumental propia, “Otoño”, que dedicó a su amigo Bach, pieza muy inspiradora, tanto que llevó al propio Jorge a hacer “una improvisación de sí mismo”, tal como confesó al terminar.

El que no improvisó nada (ni siguiera la presentación del tema que cantó, aunque sí hizo una breve declaración pública de sus nervios) fue Ricardo Llopico. No sé si los nervios declarados lo acompañaron en la interpretación de la canción (sin título, pero que yo anoté como “Aire”) con la que nos ganó de todas, todas… pero, si fue así, fue algo que nosotros no advertimos en ningún momento. Hay que decir que Ricardo, después de mucho tiempo componiendo y desarrollándose en otras disciplinas artísticas, se ha propuesto ir sacando poco a poco a la luz las canciones que, hasta ahora, sólo velaban sus cuadernos. Ésta era la segunda vez que presentaba un tema propio en público (la primera vez fue una semana antes en MAL8); ojalá que no pase mucho tiempo para volver a disfrutar de su talento, porque yo sí pude constatar que la música, como la pintura, es su medio. La canción en cuestión habla sobre la necesidad de escapar y de aprender a poner una mirada nueva sobre el mundo después de una relación para encontrar ese aire que nos devuelva nuestra propia identidad (“ni la sartén que compramos ni la cocina que compartimos me han retenido”). Letra y música nos llegaron y nos hicieron pedir otra de forma insistente, a lo que Ricardo se negó… de momento.

En esta edición, Guillermo Toda sí pudo seguir el consejo de Andrés Sudón y eligió una pieza más sencilla para, en principio, lucirse… el problema que él encontraba es que, como estábamos “en familia”, se sentía más nervioso de lo habitual, por lo que, si se equivocaba, no tendría la excusa de la dificultad… Aun así, disfrutamos con la intervención de Guillermo, al que vimos más suelto que otras veces y, si no pudo disfrutar del todo en este momento por el miedo a equivocarse… se desquitó al final de la noche…

El Dúo Justiciero es un cuarteto, a pesar del nombre y de que hasta ahora sólo hayamos conocido a este grupo como dúo y como trío, como ocurrió en esta edición. Capitaneados por el incandescente Matías Astroza, interpretaron dos temas de repertorio que, si no consiguieron levartarnos para ponernos a bailar, fue más por nuestra timidez, que porque las canciones no invitaran, o casi obligaran, a ello. Con timbales, un bajo y una eléctrica, llenaron la sala de sensualidad y diversión con el primer tema (“Todo lo que la rodea desaparece si Andrea se menea”). Por alusiones, no pude evitar empezar a bailar un poquito y a sentir la emoción que al final de la velada ya sería manifiesta en todos los asistentes. La segunda canción (con la que, definitivamente, desbordaron la sala de los dos componentes con la que la llenaron con la primera) Matías se la dedicó a una chica a la que aún no conoce, pero a la que espera conocer algún día… tal vez esto ocurra en el concierto que El Dúo Justiciero ofrecerá el próximo viernes 30 de marzo en El Savor. Aquí os dejo el enlace por si os apetece estrenar primavera (y tal vez amor) con buen ritmo.

La siguiente participante fui yo misma, Andrea Mazas. Con la excusa (por qué no decirlo) de que hoy, jueves 22 de marzo, tendrá lugar la presentación del número 10 de la revista Mombaça (aquí el enlace), aproveché la ocasión para leer un texto que algunos quizá ya conocían (con él me presenté en MAS cuando se celebraba en el Esperpento y lo presentaba Don Ben Clark), “Yo tengo una V-A-G-I-N-A”, que aparece en la mencionada publicación. Antes de desvelar tamaño secreto sobre mi anatomía, leí un poema casi recién salido del “horno” (como suele decirse, para “probarlo”): “Timidez”.

Richard me dedicó la canción “de amor” con la que inició su intervención, “Lucía”, de Serrat. ¿Por qué esta canción? En palabras del artista de Badajoz, porque “por lo que yo recuerdo, me encanta el amor”. A continuación, haciendo un guiño a mi texto, no le quedó más remedio que recurrir a la “ivaginación” para decidir con qué tema continuar su paso por el escenario, y su imaginación lo llevó a uno llamado “Postal de Japón”, basado en el poema homónimo de su amigo el poema Alfonso Pina, que interpretó en “estilo acampada”, según sus palabras, “acampada de catequesis”, maticé yo. Eso sí, esto fue después de una larga intro sobre sus desventuras amorosas. Después de intentar ejecutar esta canción, sin éxito, invitó a Dominique a que lo acompañara en un tema que nunca, nunca habíamos escuchado en MAS: “La quiero a morir”/”Je l'aime à mourir”.

La intervención de Koji Sazaki fue fugaz como breve va a ser este párrafo: no quiso dejar de participar en la que se estaba convirtiendo en una edición para recodar, y lo hizo con un microrrelato, al que siguió un poema que acababa de escribir en la barra de El Savor.

En esta ocasión, Alfredo Rubbenstein prescindió de su chiste habitual, con lo que, a mi juicio, su actuación ganó en intensidad y dramatismo: nada de atajos para ganarse al público; disparó directo al cerebro de los oyentes con la especie de rito (¿judío?) que introdujo el último de los relatos que completan la historia de El hombre de la motosierra. “La fiesta del cordero o la sonrisa de la princesa” adopta, primero, la forma de carta de despedida de un hombre al que han dado la oportunidad de quitarse la vida él mismo en lugar de ser asesinado por sus verdugos, unas aparentes últimas palabras dirigidas a éstos y a su familia… después se convierte en un diálogo de sus verdugos al descubrir algo que da un giro a la historia y termina con un “interludio”, del que uno no sabe hasta qué punto es un recurso literario más o una confesión del autor… Si queréis conocer estos “algos” que dan la vuelta a la historia, podéis leer el relato en el muro de Alfredo en Facebook).

Y llegamos al final de MAS (27)… pero no de la noche… la noche todavía traería cola… Pusieron un broche de excepción dos componentes de Porty Experience, Carmen y Charlie. Trajeron dos canciones para que ya no nos quedara ninguna duda sobre el gran talento que tienen: Charlie tiene una voz peculiar, ha nacido para el reggae (o tal vez sea al revés); la de Carmen mezcla fuego y tierra, ternura y rock, y los dos disfrutan tanto de la música que, sumado a su buen hacer, es imposible no dejarse contagiar de su magia. Con el primer tema de Amos Lee y el segundo firmado por el propio Charlie nos pusieron los dientes largos a todos y no quisimos que se fueran sin que nos obsequiaran con un tercero. La última canción que sonó en esta edición fue “Redemption Song”, de Bob Marley.

A partir de aquí, lancé la propuesta hecha por Matías Astroza de hacer una jam session en la que participara todo aquel que se animara y el público la recogió de muy, muy, muy buen agrado. Ricardo Llopico rompió el hielo con la segunda canción con la que en su intervención nos dejó con las ganas y después de los aplausos, largos y pertinentes, fueron sucediéndose y turnándose los instrumentos en el escenario prácticamente todos los artistas que hicieron grande esta edición de MAS, pero también otros que sólo habían acudido como público. Ricardo Llopico, Còte Campusano, Álvaro Gracia, Richard, Koji Sazaki, Guillermo Toda, Jorge Silla, Pablo Madruga, Carmen, Charlie y otro chico más del que aún no conozco su nombre crearon un ambiente propicio para la amistad, el buen rollo y todo lo bueno que cada cual quisiera, que se prolongó todo lo que se pudo, es decir, hasta que los bajaron del escenario porque El Savor tenía que cerrar… Hasta las cuatro y media de la mañana estuvimos celebrándonos… No encuentro las palabras para describirlo, así que os dejo unas fotografías del post-MAS (27), que a ti, si eres de los que no viniste, te tendrán que contar…

De izquierda a derecha: Carmen, Ricardo Llopico, Richard, Charlie y Jorge Silla

Carmen, Ricardo Llopico y Pablo Madruga   

Koji Sazaki y Charlie


Guillermo Toda

Carmen, Ricardo Llopico y Richard

Pablo Madruga

Richard y Ricardo Llopico

Carmen, Richard, Ricardo Llopico, Charlie y Jorge Silla

Carmen, Álvaro Gracia, Còte Campusano y Ricardo Llopico
(Fotografía de Diana Gracia)

Carmen, Richard, "otro chico más del que aún no conozco el nombre",
Ricardo Llopico, Charlie y Jorge Silla

(Fotografía de Diana Gracia)

Finalmente, no voy a continuar los puntos suspensivos que dejó Guillermo Toda, porque estoy convencida de que la magia de esta edición se prolongará como mínimo hasta la próxima, la 28, que será el lunes 26 de marzo, y que, también estoy segura, los que no vinieron no querrán perderse, después de la que se montó el pasado lunes…

¡Gracias, gracias, gracias a todos por esta magnífica edición y postedición de MAS!

Andrea Mazas


(Por cierto, habíamos propuesto hacer un “cadáver exquisito” para completar esta crónica. Como hasta ahora sólo ha mandado sus impresiones una persona, queda pendiente o abortado el intento… el tiempo lo dirá.)

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