miércoles, 14 de diciembre de 2011

Crónica MAS (13). 12/12/11

Por mucho que pongan lucecitas en las calles, o que los centros comerciales se luzcan con lazos gigantes, nieve artificial y buenas intenciones en sus catálogos, aún no es Navidad. Lo sé. Pero yo siempre quise ser como las simpáticas reinas magas de Gloria Fuertes y tirar caramelos a los niños. Aunque no fuera el día, ¿por qué no hacerlo? Era la edición 13 de Micro Abierto Salamanca (MAS), me apetecía lanzar caramelos (no sé por qué) y, además, era el cumpleaños de Gustave Flaubert, Edward Munch y Frank Sinatra, entre otros… Así que, como en el colegio, lleve sugus para mis amiguitos de “clase” y ¡venga caramelos al aire! (Sólo espero que los quejidos que escuché fueran fingidos y no causara ningún daño.)  

Estábamos con la cosa de los cumpleaños, al día siguiente era martes y 13, “ni te cases ni te…”, y la prenavidades tienen esa magia de hacer que el primer participante de MAS 13 fuera Víctor Casado, que cumplía 19 añitos. Antes de actuar, el público coreó su oportuno “Cumpleaños feliz” (a pesar de los retractores de este clásico que estaban presentes). Él, sin embargo, en el escenario, celebró un gol imaginario y cantó a capella “Soldiers’ poem”, de Muse. Él está seguro de que su versión es mejor… Yo, con todo mi respeto, tengo mis dudas… pero qué sé yo. 

Mariela Paz tenía también algo importante que celebrar, que, además, le dio argumentos para escribir su crítico poema sobre los absurdos protocolos que reducen a las personas a insignificantes números en minúsculos e insuficientes papelitos cuando se trata de regularizar su residencia en nuestro país. El poema fue aplaudido con entusiasmo, en justa correspondencia a su energía y rabia.

Siguiendo el consejo de Marwan, “mal de amores, consuelo de autores”, Virginia Montaño dio las gracias al desamor porque le permite escribir textos como el que inició su intervención y al que siguieron dos canciones. La primera de ellas fue una versión de “Funeral”, de Zahara, y la segunda, “Número 4”, tema con el que nos ganó la primera vez que subió al escenario de MAS.
 
Por su parte, Richard se atrevió a hacer una “versión flamenquizada”* de “Losing my religion” de REM y después otra más, esta vez en su idioma, de “Óleo a una mujer o algo así” (sic)… En MAS pasan cosas como esta: REM recuerda a Ketama, y Silvio es 20% pop, 40% rumba y 40% “alabaré, alabaré, alabaré, alabaré”… y, sin embargo, no suena mal, sólo distinto.

Y seguimos con versiones, esta vez la de Óscar Bailongo. Su objetivo era transmitirnos la “sensación de vacío que deja alguien cuando se va sin ni siquiera despedirse”. Con este propósito, eligió el tema “Goodbye” de Jessica Lowndes, que cantó vestido a pesar de la amenaza de hacerlo desnudo al estilo Casado. Quizá la emoción pudo con él y fue el motivo por el que en algún momento se olvidó de la letra… algo que el público de MAS, tan simpático como cada lunes, no tuvo en cuenta… 

A Rodrigo Cuervo el “Cumpleaños feliz” y la Navidad le parecen “una mierda”. Después de informarnos de esto, leyó el texto “Otra vez nos encontramos…”, emotivo y tranquilo como la palabra “calma” con la que termina. No estoy segura de si la instrumental que tocó era improvisada; si lo fue, no lo parecía y, aunque a Rodrigo no le gustan los halagos gratuitos, a mí me hizo perderme unos minutos por las calles del barrio de la judería de Córdoba y alguna chica del público se quedó prendada de sus dedos (esto sí lo sé).

Fin de la primera parte con Andy Mathews, un artista que, por los comentarios que me llegan, nos tiene a todos desconcertados con su nacionalidad. Cuando Andy canta, se emociona tanto que se olvida de casi todo, incluido el micrófono… En esta edición, se dejó llevar con la letra de su última composición (aún sin título), una versión de “Stand by me” de Oasis y una más de la que para él “posiblemente sea una de las mejores canciones que se han escrito”. Siento no saber de cuál se trata… 

La segunda mitad de esta edición de MAS sería fundamentalmente musical; sólo habría un participante que leería poesía, de modo que empezamos con él para después dar paso a un miniconcierto de lo más variado. El mencionado lector era Jorge Silla. Sí, cambió de registro: del monólogo al poema. Su intención: ponernos tristes; el modus operandi: lectura de tres textos propios en la voz de un enamorado no correspondido, guardados en su portátil, sostenido por un atril humano (una servidora). Para aquellos a los que pusiera tristes (yo en ese momento era cosa, y las cosas no se ponen tristes), prometió que volvería a MAS para compensarlos con algunos consejos para ser feliz.

Y a partir de este párrafo hago crónica del concierto que anunciaba en el anterior. Las primeras piezas musicales corrieron a cargo de un clásico de MAS: Guillermo Toda. Después de interpretar una “cosita” propia para quitarse el “pánico escénico”, el intrépido Toda cambió de trastes para llenar la sala con un sosiego que hasta este momento no había hecho aún acto de presencia en esta edición: lo consiguió con una melodía tradicional japonesa. Los nervios estuvieron controlados y su boca… casi cerrada. 

Judith Amaya, integrante de Siete días, nos habló de un lugar propicio para un encuentro como una salvación en su canción “Cuatro acordes”, tema que ya habíamos escuchado a dos voces. Judith consiguió llenar el escenario ella solita, ayudada por su guitarra eléctrica.

Pasamos de lo eléctrico al acústico. David García Fraile nos ofreció una extensa muestra del la música que sale de su zanfona, instrumento de cuerdas (muchas) que suena como si fuera de viento y que parece un “acordeón a pedales”*. Las piezas que pudimos escuchar fueron cuatro danzas, dos de animales (una sueca y otra francesa) y otras dos más lentas (“El mundo plano” y “La rosa del rabino”) y la bourreé “El doctor Fej”. Pudimos comprobar que lo que se dice de los zanfonistas es cierto: "Se pasan media vida afinando el instrumento y la otra media tocando desafinados".
Estábamos acercándonos al final de espectáculo. Los últimos participantes aprovecharon para, como pudimos adivinar, brindar largamente hasta que llegó el momento de su actuación. Primero fue Craig Martin, que reapareció tras unos meses en los que había dejado la música. Celebramos su regreso con tres canciones, la última de ellas “Creep” de Radiohead, con la que más de uno se emocionó y que a Craig, según creo, le valió para concretar una fecha para un próximo concierto y a nosotros para que no le perdamos de vista por mucho tiempo. 

Cerramos la noche justamente con la guitarra y el bajo de El dúo justiciero, formado por Matías Astroza y Juan Suárez-Llanos. La afinación se resistió, pero por fin pudimos bailar para dar por acabada la noche al ritmo de sus dos canciones, una muy optimista (“Aunque todo salió mal, voy a llorar de felicidad”) y otra que, por alusiones de la letra, me dedicaron. Para cantarla, pidieron como condición que al menos dos parejas bailaran al pie del escenario, yo entre ellas. Mi vergüenza se sumó a mi habitual torpeza y me impidió bailar, pero una pareja lo hizo para disfrute del resto de espectadores.

Aquí termína la crónica de la edición número 13 de MAS, en la que tuvimos una noche de lo más variada, como ya suele ser habitual, pero antes de teclear la despedida quiero recordar dos cosas. Una, MAS no se va de vacaciones en Navidad porque en MAS siempre es festivo. Y dos, el lunes 26 de diciembre haremos un “seudoamigo invisible”: al final de la edición sortearemos entre los asistentes los regalitos que hasta el final de la edición 15 de MAS aportéis. Por ahora ya hay dos libros.

Esta es la despedida: ¡Vamos a por la 14! Será el próximo 19 de diciembre. ¡Traed vuestros regalos!...

... y esto es la nota a pie de página con el significado de los asteriscos (*) que habréis encontrado en algún lugar de la crónica: *Expresiones tomadas de Guillermo Toda durante el espectáculo.

2 comentarios:

  1. La ultima de Andy fue Iris de los Goo Goo Dolls.
    http://www.youtube.com/watch?v=NdYWuo9OFAw
    Cerrando los noventa, que le dan patadas a los 2000 y probablemente a los nuevos años 10

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