Siempre hay algo que hace que
cada edición de Micro Abierto Salamanca (MAS)
sea especial. En la número 40 ese
algo fue el hecho de que algunos de los participantes habituales de nuestra
cita de los lunes en El Savor vinieron
a despedirse hasta el próximo curso y lo hicieron de la mejor forma: compartiendo
con nosotros su talento. Comienza el verano y, en una ciudad universitaria como
la nuestra, muchas caras mudan al llegar esta estación: unos llegan de paso,
otros se van con la intención de regresar al término de sus vacaciones para
proseguir con sus ocupaciones… algunos estamos intermitentemente y, al volver, celebramos
entrar en ese oasis de actividad cultural que es MAS en ciertas épocas del año. Después de perderme la edición 39 de MAS, que capitaneó Andrés
Sudón en mi ausencia, ya tenía ganas acumuladas de reencontrarme con las
personas que son MAS y juntos
brindamos por la suerte de habernos conocido durante este curso. La noche
transcurrió marcada por el júbilo de las despedidas y de las bienvenidas, con
una alegría inicialmente contenida que, al final de la edición, estalló en
forma de baile: todos los presentes, o casi todos, dejamos sentada nuestra
timidez para bailar las ganas de compartir y de reír manifiestas a lo largo de
la noche.
La velada comenzó con las
versiones de un dúo nuevo en nuestra familia de los lunes. José y Luisa interpretaron tres temas con suavidad y elegancia: uno
de Tom Waits y dos más en francés: “Johnny”
(desconozco el autor, pero al parecer hay una versión de 1982 que es la más
conocida, según las palabras de Luisa, por
si a alguien esto le da una pista…) y la maravillosa “Je veux”, del grupo francés
Zaz.
Del francés pasamos al inglés
de la mano de Miryam, una de las
personas que se despidieron de nosotros hasta próximo aviso. Lo hizo ofreciéndonos
una magnífica versión de “Feeling Good”, de Nina Simone. Después de dejarnos boquiabiertos una noche más con su
voz, invitó a Carlos Peña a que
cogiera la guitarra y la acompañara en la interpretación de “Creep”, de Radiohead. A estas dos primeras
intervenciones musicales siguió la breve pero intensa poética de Luz Mercedes Orrego, con dos microtextos,
uno de ellos dedicado a Virginia Woolf,
a la que recuerda que “cuando se clausura una puerta, sabes que se abre otra”.
Las
notas de Fran tuvieron su
continuación en el relato mordaz que el mexicano Rodrigo Díaz extrajo de su cuaderno para dedicar a su acompañante. Su
lectura nos dejó un sabor agridulce que Ángel
Rosado quiso prolongar, porque, según comentó, venía “en plan cortavenas”;
sin embargo, su simpatía nos hizo olvidarnos enseguida de esta intención.
Estrenó su última composición, una canción de resaca, que, como tal se le
atravesó en varios momentos, con lo que, además, hizo cierto honor a su título:
“Qué colgado” (esto lo escribo con toda la sutileza y cariño posibles, a pesar
de que sé que puede ser ambiguo…). Tras el estreno de este tema, Ángel prosiguió con dos versiones: “Benijo”,
de Andrés Suárez, y “Hallelujah”, de
Leonar Cohen, para la que contó con
la colaboración de Virginia Montaño.
Para dejar descansar un poco a esta antes de que se volviera a subir al escenario para defender las canciones con las que ella también se quería despedir de MAS en esta edición, la que escribe, Andrea Mazas, leyó un poema propio y la letra de una canción que no dejaba de repetirse en su cabeza, pensando que, compartiéndola, pulsaría de una vez por todas el botón de pause.
Después de esto, ahora sí, Virginia Montaño regresó al escenario con su energía característica para interpretar dos temas propios, “147 segundos” y “Nos dejamos llevar” (la última de sus canciones que han nacido en Salamanca), y una versión a cappella de la gallega “Lela”, con la que consiguió emocionarnos a todos.
Jorge Silla regresó incombustible a MAS para compartir con nosotros las tres primeras escenas de una
obra de teatro. Para ponernos en situación, y supuestamente para que no nos
perdiéramos, en la lectura, nos presentó a los personajes… tantos eran que
perderse era casi imposible, dado que él lee el texto de todos los personajes (la
breve intervención de Virginia en
calidad de directora de escuela no añadió más claridad al asunto). No obstante,
la “puesta en escena” y el desparpajo de Jorge
consiguieron que pasáramos un rato de lo más divertido (a mí me costó presentar
a los siguientes participantes, porque no podía dejar de reír…). A pesar de las
risas, hay que decir que se trata de un drama, “porque acaba mal”.
Judith Amaya y José Luis
Romero Melián también se despedían de nosotros como 7 Días. “Kamikaze” y “Melancólica melodía” fueron los temas de esta
agrupación que compartieron en la edición
40 de MAS. Las dos nos
sorprendieron, pero especialmente la segunda, que, por primera vez, escuchamos con
Judith al piano: nos estremecieron.
La
música continuó con la voz y el piano de Godaiva,
grupo que regresó a MAS después de
su presentación dos semanas antes para acercarnos un poquito más a su música. Su
disco volvió a girar para nosotros y escuchamos “Mis botas”, “Me equivoqué” y “Formulario
completo”, esta última basada en un poema de Ignacio Martín.
Sin descanso, nos lanzamos a
desentrañar el final de la noche. Al “guión” aún le faltaban dos líneas. La
primera de ellas la escribió Carlos Peña,
que invitó a Virginia Montaño
(¡hay que ver la cantidad de veces que Virginia
subió al escenario en esta edición!) para interpretar una versión que tenían
pendiente: “Playa Girón”, de Silvio
Rodríguez. Fue precioso; no tengo más que decir.
Para terminar, me monté en
mi columpio emocional para pasar de estar emocionada hasta el punto de la
lágrima a hacer el payaso mientras hacía como que bailaba cuando Matías y José Campusano me invitaron a hacerlo
mientras cantaban “Andrea”. Me veía tan solita y tan haciendo el tonto, que,
para esconderme un poco, fui animando a todos a levantarse: al principio se
mostraron reticentes, pero una vez que empezaron a bailar no hubo forma de
pararlos… y la siguiente cumbia y la versión de “Sueños”, de Camilo Sesto con las que Matías y
Campusano pusieron la nota final a la edición 40 de MAS sonaron
mientras gran parte de los presentes en El
Savor bailaban al pie del escenario, entre risas y más risas.
Hasta aquí lo disfrutado en la edición 40 de MAS. Agradezco a Jorge
García Ledesma las fotografías que nos ha cedido para ilustrar esta crónica
y las que podéis ver en nuestro grupo en Facebook,
donde, además, José Luis Melián ha
ido colgando a lo largo de la semana vídeos de muchas de las actuaciones de esta
edición. ¡Pasen y vean!
Personas, ¡entre todos conseguimos
hacer que una edición más fuera irrepetible! Nos vemos el lunes 9 de julio,
en la 41, para darnos más y MAS; aquí os dejo el evento para que lo
compartáis y que nadie se quede sin saber que MAS continúa.
Andrea Mazas
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